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Alergia a las proteínas de leche de vaca en los niños

¿Cómo tratar los problemas desencadenados por este rechazo? Si alimenta a su bebé con lactancia materna exclusiva, deberá retirar las proteínas de leche o derivados lácteos de su dieta, y si está alimentado con fórmula es posible que el médico le recomiende cambiar a una fórmula  extensamente hidrolizada o a base de aminoácidos libres.

 

La alergia a proteínas de leche de vaca (APLV) constituye la alergia alimentaria más frecuente en menores de un año.

 

Cuando un bebé está demasiado inquieto, llorando o manifestando algún malestar, hay que buscar el motivo de este comportamiento y la alimentación es un área de vital relevancia.

 

Si hay síntomas como heces blandas o sueltas (que pueden contener sangre), vómitos, náuseas, rechazo a la alimentación, irritabilidad, cólicos o erupciones cutáneas, sin dudas, es necesario atenderlo.

 

La causa del problema podría ser que el bebé es alérgico a las proteína de la leche de vaca. Esta alergia a la leche ocurre cuando el sistema inmunitario interpreta que la proteína de la leche es una sustancia peligrosa, de allí que la reacción alérgica ocasiona que el bebé se ponga “de malas”, le revuelva el estómago y más.

 

 Muchos de los niños que son alérgicos a la leche de vaca también reaccionan a la leche de cabra y la de oveja, algunos también lo son a la proteína de soja.

 

Lactantes amamantados son menos proclives a desarrollar una alergia. En todo caso, los investigadores no acaban de entender por qué algunos desarrollan este tipo de alergia y otros no, aunque se cree que el componente genético es determinante.

 

Diagnóstico

 

Una historia clínica detallada y la prueba de exclusión de proteínas de leche, son las únicas herramientas disponibles para diagnosticar la alergia a proteínas de leche. Hasta ahora no existe prueba de laboratorio específica que permita diagnosticarla con precisión, salvo cuando existan dudas sobre la implicación de un mecanismo IgE, se recomienda la realización de un prick test y/o la determinación de IgE .

 

Si su bebé es alérgico a la leche y recibe lactancia materna exclusiva, es importante mantenerla siempre, retirando las proteínas de leche que ingiere en su dieta, puesto que la proteína de la leche que provoca la reacción pasa a través de esta.

 

En la madre, es vital acudir a fuentes alternativas de calcio y otros nutrientes que sustituyan los provenientes de los lácteos.

 

Alternativas

 

El tratamiento recomendado se enfocaría en elegir una fórmula hipoalergénica, en la cual las proteínas han sido descompuestas en partículas, de modo que es menos probable que desencadene reacciones alérgicas.

 

Existen dos tipos principales de leches artificiales hipoalergénicas:

 

  1. Fórmulas extensamente hidrolizadas: contienen las proteínas de la leche de la vaca descompuestas en pequeñas partículas, de modo que son menos alergénicas que las proteínas completas. La mayoría de los lactantes alérgicos a la leche toleran este tipo de substituto, pero hay algunos que siguen presentando reacciones alérgicas cuando la consumen.

 

  1. Fórmulas a base de aminoácidos libres: que contienen proteínas en la forma más simple (los aminoácidos son sus componentes básicos), se recomendarán en aquellos casos en que la afección no mejore.

 

Dos tipos de reacción

 

El bebé puede presentar síntomas poco después de alimentarse (reacción de inicio rápido) o bien de siete a 10 días después de ingerir proteína de leche (reacción de inicio lento).

Los síntomas también pueden aparecer si el bebé se alimenta exclusivamente de leche materna y la madre ingiere leche de vaca.

La reacción de inicio lento es más habitual, aquellas de inicio rápido pueden llegar de improviso, con síntomas que incluyen irritabilidad, vómitos, respiración sibilante, inflamación, urticaria u otro tipo de ronchas asociadas a picor, aparte de diarrea sanguinolenta.

En algunos casos, puede tener lugar una reacción alérgica grave denominada anafilaxia, que afecta piel, estómago, respiración y tensión arterial del bebé.

Las formas leves pueden desarrollar tolerancia precozmente, en torno a 3-6 meses, mientras que en los casos más graves hasta los 12, 18 o incluso 24 meses.

 

Una vez retirada las proteínas de la vaca de la alimentación del bebé, los síntomas de la alergia deberían remitir en un plazo 1-2 semanas en casos de eccema o brotes en piel, y hasta 2-4 semanas en pacientes con estreñimiento, heces sueltas con o sin sangre y/o afectación del estado nutricional.

 

Dra. Ana Karina Coronado

Gastroenterología y Nutrición Pediátrica

David, Chiriquí

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